enero 25, 2007

Martín, el pintor.

Martín es un joven pintor que desde los ocho años aprendió este oficio acompañando a su padre, quien falleció hace dos años quedando así sin familia; para ellos el pintar muros solo ha sido un trabajo al cual le consagraron su vida.
Hace menos de un año, a Martín le contrataron para pintar un local, experiencia extraña e inolvidable, tal vez fue una revelación, o solo el efecto del thiner que usaba como disolvente.
Después de acabar con tres de los muros de ese espacio, empezó a pintar el cuarto y ultimo de ellos, entonces noto que esta pared no era igual a las otras, “la pintura no le pegaba” y sintió rabia, pensó -debe estar engrasada, me va a tomar mas tiempo del previsto- y siguió tratando de que la pintura se adhiriera a la superficie del muro, se dio cuenta que tenia grietas que el estuco no cubrió, que entre mas rabia sentía al tratar de pintar, el muro mas se resistía a ser pintado, entonces como si estuviera soñando , escucho una voz: “no mas”, Martín se asustó,
- ¿me estaré enloqueciendo?
- No, no estas loco, soy yo, solo un muro.
Martín dio dos o tres pasos hacia atrás y trato de salir corriendo
- No te vayas, no temas, necesito tu ayuda.
Martín quedo inmóvil, sentía como temblaban sus piernas y como un sudor frío empezaba a bañar su cuerpo, pero luego de un eterno instante logro decir en voz alta
¿Cómo es posible, quien eres, que eres, que quieres?
El muro susurro una sonrisa,
- Yo conozco mas de mi, de ti y de todo, que lo que tu mismo puedes saber de ti. Yo ahora solo soy un muro, pero he sido espejo, mesa, flor, perro y hasta humano, llevo 2008 años aquí, en este mismo sitio, he sido recubierto por múltiples capas de pintura, pero aun así no me acostumbro ni me resigno a serlo. No, no quiero ser un muro, nunca he querido serlo, siempre he soñado con ser un cuadro, una obra de arte, quiero que no me miren, sino que me admiren, no quiero ser un muro mas, y para eso te necesito.
-Pero, Yo no soy artista
- Todos lo somos, solo toma la brocha y piensa en ti, en mi, en el universo, no te dejes engañar por tus ojos, date cuenta que no solo somos objetos y siente como la brocha se sirve de tu mano para poder expresar sobre mi su verdadero ser.
- Y que te pinto? Un paisaje? Un animal? Que?
Pero el muro no contestó.
Así que Martín cerró sus ojos, tomo la brocha y empezó a pintar y por primera vez en su vida como pintor, dejó salir el gusto y el placer que es pintar.
Sintió la suavidad de la brocha, la belleza del color y dejó que su espíritu se conectara con el de la brocha, el de la pintura y el del muro.
Cuando terminó su obra sonrió, se sintió feliz.
Desde ese día Martín jamás volvió a ser el mismo, pues a diferencia del resto el mundo el conoció, sintió y entendió la verdad de la esencia de todas las cosas que nos rodean, empezó a respetar, a amar, a besar y a hablar a todos los objetos, y aunque la gente lo creyera loco a el no le importaba, era feliz, ya no estaba solo y comprendió que nunca lo estuvo.



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